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martes, 2 de febrero de 2010

¡Qué placer!

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Tampopo!!

¡Qué placer que existas!

¡Qué placer haberte encontrado!

Tampopo es la película que ningún amante de la cultura gastronómica debería perderse.

Tampopo, que es el nombre de la protagonista y que en japonés significa “diente de león”, es una película de 1985 escrita y dirigida por Jūzō Itami (a la sazón cuñado y gran amigo de toda la vida del Premio Nobel de literatura Kenzaburo Oe). Tuvo cierta repercusión y obtuvo diversos premios internacionales. Pero eso es lo de menos.
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Tampopo es una historia de sueños rotos, de amistad incondicional, de la búsqueda de la felicidad, de tesón, de amor por la vida y por la cocina. Pero no es sólo eso.
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Tampopo tiene su epicentro en la cocina, en varias cocinas, y se muestra (como pocas veces) el esfuerzo y el impulso creador del verdadero apasionado por ella. Y aquí la cocina es cocinar de verdad: manejar las cazuelas, cocer caldos y tallarines, el calor de los fogones, el grosor de las lonchas de cerdo, el punto de sal.


Tampopo tiene humor, un humor blanco, sin pretensiones, franco, que algunas veces se convierte casi en circense. Algunas escenas me recuerdan a aquellas que Louis de Funès protagonizaba en Le grand restaurant.
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Tampopo tiene algunas de las mejores escenas de sexo en cine que puedo recordar: elegante sexo explícito con comida entre un "yakuza" y su amante en un momento, sensualidad y erotismo evocador, muy poético en otro, impulsos retenidos en otro.



Tampopo es peculiar porque no tiene sólo una historia, la que vertebra la película, la que protagoniza la joven y ambiciosa Tampopo en su restaurante. Tiene otra historia, en otro tiempo, en otro lugar, que aparece y desaparece brevemente, pero que le da a la principal otra dimensión, inesperada e insólita.
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Tampopo te va a enseñar a hacer, de principio a fin, unos auténticos "fideos ramen" (versión japonesa de la sopa de fideos chinos y el plato más popular de la gastronomía nipona) y una tortilla francesa con un arte inigualable.
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Tampopo es especial y un tanto extraña ( por no decir que verla en v.o., con esa dicción áspera y exabrupta, no resulta fácil), y es seguro que no gustará a todo el mundo. Pero, como se dice en estos casos, no te dejará indiferente, y aún me atrevería a decir que querras verla de nuevo.
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En fin, por si cabía alguna duda, estoy totalmente rendida a esta película. Espero que sea para cualquiera, como para mí, un auténtico placer.
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