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jueves, 29 de abril de 2010

¿Quién tiene arte... culinario?

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Es muy probable que ante una creación de Berasategui, Arzak o Ruscalleda (maestros sin discusión) exclamemos epítetos que definan su arte culinario.


Es lógico: excelentes materias primas, buena ejecución, creatividad, originalidad... y para el que mira un deseo curioso e irremediable de probar aquello que tiene ante sus ojos (en vivo o en fotografía).


Claro, es que el arte culinario es "el arte en la cocina", "la forma creativa de preparar los alimentos", "preparar deliciosamente los alimentos" (las definiciones no son mías pero son algunas de las más comunmente aceptadas).


En realidad, conseguir explorar el arte culinario en ciertas óptimas condiciones es fácil, creo que nadie lo negará. Pero, y si en lugar de una estupenda cámara frigorífica con innumerables productos y una excelente despensa repleta de delicatessen disponemos de una cocina con vitro, un combo congelador y una despensa de tres estantes ¿podemos acercarnos a algo parecido a ese arte culinario?


Yo tenía la intuición de que sí podía ser y con el tiempo Falsarius Chef me lo confirmó.



Si elegimos unas cuantas latas o conservas y les ponemos imaginación y buen gusto y nos salen unas estupendas vieiras rellenas ¿no es una "forma creativa de preparar los alimentos"? Y si además su contemplación despierta tus glándulas salivares y te empuja a hacerlo rápidamente en casa por la pinta tan estupenda que tiene ¿no despierta nuestros sentidos creativos como aquéllos?

Para muestra un botón http://cocinaparaimpostores.blogspot.com/2008/09/postre-para-gordos-disimulados.html

Y ahora me diréis que no es un hábil, creativo e imaginativo artista cocinero.

Yo misma abro ahora mi despensa con otra cara, esos tristes estantes han adquirido una nueva dimensión y pienso si tal o cual conserva con un poco de lo otro... uummm.

Llama a su espacio "cocina para impostores" . En absoluto! No hay trampa ni engaño, sólo buenos alimentos, bien cocinados y jugados con talento y un gran sentido del humor... Eso es arte!!!


jueves, 15 de abril de 2010

Comida en el cine vs Comer en el cine



Ayer fui a ver la película Soul Kitchen. Muy recomendada y muy bien criticada. No decepcionó.

Una peli donde el escenario sea un restaurante (bastante peculiar) y su protagonista sea un cocinero (más peculiar todavía) no es demasiado común y hay que aprovechar las pocas oportunidades de ver buen cine que te brinda el universo cinematográfico actual, inundado de 3D, presupuestos millonarios y guiones previsibles.

Soul Kitchen es el nombre del restaurante sobre el que pivotan los protagonistas y la acción de la película. Un restaurante que se irá transformando, mutando, al mismo tiempo que su dueño, su camarera, su cocinero...

Es divertida, amable unas veces, cínica otras, con fabulosa música y estupendas escenas de cocina y comida, muy bien insertadas en la trama y portadoras de humor.

Está muy bien eso de ver comida en el cine ( al menos para mí, claro). Lo que no está tan bien (al menos para mí, claro) es lo de comer en el cine. Me resulta difícil entender que haya quien elija un cine para merendarse unos nachos con queso, y no es un suponer, es exactamente lo que se zampó el tipo que ayer se sentó a mi lado.
Igual que no comprendo que el que merienda en un cine (pongamos también las palomitas con cola, las chocolatinas, las patatas onduladas) no piense en el ruido que hace al morder con estrépito, al sorber con la pajita del refresco o al rebuscar entre el fondo del cubo la última palomita.
Pero aún me resulta más difícil entender la cara de asombro o el rebufo impertinente del que recibe un "disculpa, te importaría no hacer tanto ruido, es que estás molestando", como si te estuviera contestando " ah, pero es que tú vienes al cine al ver la película en silencio? y qué coño haces que no estás merendando?".
Hasta tal punto debe ser adictivo este vicio que el otro día, en un cine de reestreno con sesión doble, una señora sentada dos asientos más allá del mío, no esperó al descanso para embucharse una bolsa de gusanitos, una lata de cerveza y una barrita de chocolate. Lo juro.
Sí, yo también he comprado palomitas en el cine, pero me las he comido antes de la peli o durante los tráilers, y las he dejado a un lado cuando han empezado los créditos de inicio. Seré rara?
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